Consejos para introducir vegetales en la alimentación infantil

Fecha de publicación: 20-07-2016

Con un poco de paciencia y constancia, podremos introducir progresivamente, los vegetales y hortalizas en la dieta de nuestros hijos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda introducir en la alimentación del bebé, indistintamente los cereales sin gluten, las frutas o los vegetales, pero hay especialistas que sostienen que, por su contenido en nitratos, oxalatos y fibra, para el consumo de vegetales se necesita que el aparato digestivo y renal del bebé esté un poco más maduro, razón por la cual, es mejor dejarlas para el final. Así, a partir de los seis meses, las hortalizas formarán parte fundamental de la dieta del bebé, complementando la leche.

Aunque al hablar de la introducción de las primeras papillas solemos pensar en las verduras, sería más exacto hablar de hortalizas, que es un término más general. Las hortalizas conforman un conjunto de plantas cultivadas generalmente en huertos que se consumen como alimento.

El término hortaliza incluye a las verduras y a las legumbres verdes o tiernas, como las habas y los guisantes. Las verduras son hortalizas cuya parte comestible son los órganos verdes de la planta y que forman parte de nuestra alimentación.

Como vemos, el término "hortaliza" incluye una gran diversidad de alimentos. De las verduras y hortalizas se pueden consumir distintas partes, ya sea las hojas (espinaca), las raíces (zanahoria), los bulbos (cebolla), los tallos (puerro), los frutos (calabacín), los tubérculos (papas) o incluso las flores (coliflor).

Ahora bien… ¿Cuándo introducir las verduras en la alimentación del bebé?

Las verduras se pueden introducir en forma de papilla como alimentación complementaria del bebé, a partir de los seis meses. Hay unas verduras más adecuadas que otras para su introducción en la dieta de los pequeños. A continuación presentamos algunas recomendaciones al respecto y aunque las edades que exponemos son aceptadas, por lo general, algunos pediatras y especialistas pueden sugerir modificaciones y ajustes de acuerdo a las características y condiciones particulares de cada niño.

-A los 6 meses: tubérculos (papa y batata), semillas verdes de legumbres (guisantes, judías verdes), calabacín, puerro, calabaza, apio, brócoli.

-Entre los 6 y 7 meses: zanahoria, tomate, coliflor y cebolla.

Hay verduras, que por su aporte alto en oxalatos y nitritos no son aptas hasta los 12 meses, como  las espinacas, acelgas, coles, espárragos, nabos, remolacha y apio.

En el caso del tomate o la cebolla, hay quien los recomiendan a a partir de los 6 meses y quien prefiere esperar a los 12. Si queremos ofrecerle al bebé esos alimentos antes de su primer año de vida, lo mejor es que lo hagamos por separado y observemos la reacción del bebé. Si los acepta sin problemas, podemos seguir incluyéndolos en su dieta.

El aporte nutricional de las verduras y hortalizas:

Vitaminas, en mayor proporción acido fólico (su carencia se relaciona con anemia), vitamina C y betacaroteno (Provitamina A). Una carencia de vitamina A provoca sequedad en la piel y las mucosas.

Sales minerales, sobretodo magnesio y potasio, pero también hierro y calcio.

Fibra, y muy pocas calorías, una vez más (al igual que con la fruta) nada tiene que ver el valor nutricional de la leche al de las verduras, así que recordad de que la fruta y la verdura son “complementarias” a la leche y no al revés. Por tanto, dar papillas de fruta o verdura (incluso con pollo) para engordar al niño no tiene sentido, ya que le estaremos aportando menos calorías que con una toma de leche.

Para aprovechar al máximo las vitaminas y minerales:

-Evitar que se formen nitritos, es preferible hervir las verduras en trozos grandes.

-Introducir las verduras en el agua ya hirviendo o hacerlas al vapor.

-Utilizar el mínimo volumen de agua.

-Una vez cocidas, consumirlas lo antes posible.

Como dato adicional, no es conveniente preparar la papilla de verduras con mucha antelación, ya que los nitratos se transforman en nitritos. Una buena idea es hervir las cantidades adecuadas para unas cuantas raciones y triturarlas, así quedará un puré muy espeso, el cual conviene guardar por raciones separadas y congelarlo lo antes posible, ya que la congelación frena las reacciones de oxidación de las verduras, su pérdida vitamínica y la formación de nitritos.

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