Factores a considerar al aplicar energía por Biomasa

Fecha de publicación: 11-01-2018

Al igual que todas formas de energía alterna, el uso de la bioenergía debe estudiarse para medir si es viable su implementación .

Antes de considerar el aprovechamiento de la bioenergía, es conveniente conocer aspectos interesantes y particularidades acerca de las implicaciones que conlleva el uso de esta fuente alternativa de energía, las cuales mencionaremos a continuación.

El aumento de los costos de los combustibles fósiles, las preocupaciones relacionadas con la seguridad energética, el grado de conciencia acerca del cambio climático y los efectos potencialmente positivos para el desarrollo económico, han atraído una atención considerable del público hacia la bioenergía.

La bioenergía comprende la bioenergía tradicional, la biomasa para producir electricidad, alumbrado y calefacción y los biocombustibles. La economía y los factores sociales y ambientales externos, tanto positivos como negativos, difieren en gran medida, dependiendo de la fuente de la biomasa, del tipo de tecnología de conversión y de las circunstancias locales.

Debido principalmente a la falta de alternativas asequibles, millones de personas en los países en desarrollo dependen de fuentes tradicionales de bioenergía, por ejemplo, la leña para cocinar y calentarse. Esta dependencia de la bioenergía tradicional puede plantear significativos retos ambientales, sanitarios, económicos y sociales. Se precisan nuevos esfuerzos para mejorar la biotecnología tradicional y acelerar la transición hacia formas de energía más sostenibles.

Los biocombustibles de primera generación son, sobre todo, el bioetanol y el biodiesel producidos a partir de cultivos agrícolas, por ejemplo, maíz y caña de azúcar. La producción ha crecido rápidamente en los últimos años, gracias principalmente a políticas que apoyan los biocombustibles, ya que su costo es competitivo sólo en determinadas circunstancias.

El hecho de desviar los cultivos agrícolas para producir combustibles puede hacer que aumenten los precios de los alimentos y se reduzca la capacidad para mitigar el hambre en todo el mundo. Los efectos sociales negativos podrían verse exacerbados si los agricultores pequeños son marginados o desplazados de sus tierras. Desde una perspectiva ambiental, las variaciones, la incertidumbre y los debates acerca del balance energético neto y el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son considerables. A largo plazo, los efectos en los precios de los alimentos pueden reducirse, pero las repercusiones ambientales causadas por la necesidad de tierra y agua a raíz de aumentos a gran escala en la producción de biocombustibles de primera generación, posiblemente persistan.

Los biocombustibles de próxima generación, como el etanol de celulosa y las tecnologías de biomasa a líquido, permiten convertir en combustible, materias agrícolas en mayor abundancia y a menor costo que los de primera generación, lo cual podría redundar en una reducción de las necesidades de tierra agrícola por unidad de energía producida y mejorar el ciclo de vida de las emisiones de GEI, atenuando potencialmente la presión ambiental que suponen los biocombustibles de primera generación. Sin embargo, las tecnologías de biocombustibles de próxima generación todavía no se han probado comercialmente, por tanto se desconocen a ciencia cierta sus efectos ambientales y sociales.

La bioelectricidad y el biocalor son formas importantes de energía renovable que suelen ser más eficientes y producir menos emisiones de GEI que los biocombustibles líquidos y los combustibles fósiles. En determinados contextos, por ejemplo en zonas que están fuera de la red, es posible emplear satisfactoriamente los digestores, los gasificadores y los aparatos de combustión directa.

Estas aplicaciones de la bioenergía podrían expandirse, pero se requiere la aplicación de conocimientos, ciencia y tecnología agrícolas para reducir costos y mejorar la fiabilidad operacional. Para todas las formas de bioenergía, las personas responsables de tomar decisiones deberían sopesar detenidamente todos los costos sociales, ambientales y económicos frente a los beneficios realistas y factibles y otras opciones energéticas sostenibles.