Cómo hacer Rosquillas de Anís

Muy populares desde hace décadas, las rosquillas de anís son los manjares caseros por excelencia con los que tanto nos consentían nuestras abuelas.

Para preparar este rico antojito casero, compartimos esta sencilla receta que de seguro, se hará un lugar especial en el gusto de toda la familia.

Cómo hacer Rosquillas de Anís

Ingredientes:

- Dos huevos

- 750 gramos de harina

- 200 gramos de azúcar

- 250 ml de leche

- 100 ml de aceite

- Un sobre de levadura o polvo para hornear (16 gramos)

- 60 ml de anís

- Ralladura de limón

- Una pizca de sal

- Aceite de girasol u otro

- Azúcar para rebosar

Preparación:

En un bol se baten los huevos y el azúcar. Cuando los huevos hayan blanqueado, se siguen añadiendo los ingredientes. Se le agregan la pizca de sal, la leche, el anís y la ralladura de limón y seguimos batiendo.

Ahora a una velocidad más lenta que no salpique, mezclamos la harina y el sobre de levadura o en su lugar, los 16 gramos de polvo para hornear; el siguiente paso es tamizar la harina encima de la mezcla que se tiene preparada. De esta manera conseguimos que entre aire en la harina y también se logra apartar todos los grumos. Luego se vuelve a mezclar.

El siguiente paso consiste en añadir la harina tamizada las veces que sean necesarias hasta obtener una masa con una consistencia que se pueda moldear para hacer rosquillas. Cuando la masa se resista a la batidora, podemos decir que es el momento de acabar de amasar con una cuchara.

A continuación se pasa a la mesa y se extiende harina y se pasa la masa. Se amasa un poco solamente hasta que obtenga la consistencia necesaria para moldear, cuando ya se tenga bien amasada, lo mejor es cubrirla con un paño de cocina y dejar reposar por unos 10 minutos porque de esta manera se podrá trabajar mejor la masa.

Mientras reposa la masa, se debe ir preparando el aceite en una sartén y a continuación, con las manos enharinadas se van formando las rosquillas. Cuando el aceite esté caliente, colocamos las rosquillas y se dejan cocinar hasta que doren por ambos lados.

Veremos que, por efecto de la levadura, las rosquillas incrementan su volumen; cuando ya están doradas por ambos lados se sacan y se rebosan en el azúcar, ya que mientras estén calientes es más fácil rebosarlas. También se pueden servir sin azúcar, dependiendo del gusto de cada persona.