¿En qué consiste la vulcanización?

Fecha de publicación: 02-07-2018

La vulcanización mejora notablemente las características de los cauchos ya que reduce al mínimo sus propiedades plásticas e incrementa sus condiciones elásticas.

La vulcanización es un proceso mediante el cual se calienta el caucho crudo en presencia de azufre, con el fin de volverlo más duro y resistente al frío.

Según algunas investigaciones, el descubrimiento del proceso de vulcanizado se adjudica a Charles Goodyear, quien accidentalmente en el año 1839, volcó un recipiente con azufre y caucho encima de una fuente de calor. El resultado fue que dicha mezcla se endureció y se volvió impermeable, a lo que le dio el nombre de vulcanización, en honor al Dios Vulcano.

Durante la vulcanización, los polímeros lineales paralelos cercanos conforman puentes de entrecruzamiento entre sí. El resultado final es que las moléculas elásticas de caucho quedan unidas entre sí, a una mayor o menor extensión. Este proceso forma un caucho más duradero, resistente al ataque químico y sin perder la elasticidad natural. También transforma la superficie pegajosa del material en una superficie suave que no se adhiere al metal o a los sustratos plásticos.

La vulcanización es un proceso de curado irreversible y define a los cauchos curados como materiales termoestables, es decir, no se funden con el calor y los saca de la categoría de los termoplásticos, como el caso del polietileno y el polipropileno.

Por lo general, el entrecruzamiento químico es realizado con azufre, pero existen otras tecnologías como los sistemas basados en peróxidos. Se suelen usar combinadamente con agentes aceleradores y retardadores.

El azufre es un elemento con propiedades muy singulares. En determinadas circunstancias, formará cadenas de sus propios átomos. El carbono y el silicio pueden formar también esas cadenas. El proceso de vulcanización hace uso de este fenómeno. A lo largo de esta molécula del caucho, hay un número de sitios que son atractivos para los átomos de azufre. Son los llamados sitios de cura. En cada sitio de cura, un átomo de azufre se puede unir a sí mismo y a partir de allí, la cadena de átomos de azufre puede crecer hasta que alcance el sitio de cura de otra molécula.

Estos puentes de azufre son usualmente de 2 a 10 átomos de largo, en contraste con los polímeros más comunes en los que la columna vertebral de carbonos puede ser miles de veces más larga.