La evolución de la psicología felina

Fecha de publicación: 05-06-2017

Los gatos suelen controlar sus emociones, son autosuficientes y muy silenciosos, además de ser animales muy limpios.

Desde hace apenas 50 años, los hogares han empezado a abrir sus puertas a los gatos. Hasta ahora estos animales convivían con nosotros en un estado de semi-libertad en el que su comportamiento poco influenciaba en nuestro modo de vida. Al vivir íntimamente con ellos se hace imperativo hallar la armonía para asegurarnos una buena convivencia.

En este sentido, es importante conocer de psicología felina. A diferencia del perro, el gato es, en estado silvestre, un animal solitario que no debe obediencia a nada más que a sus propios instintos y que hace solo lo que cree más conveniente para él en cada momento. Está en su herencia genética así que estamos obligando a un ser acostumbrado a vagar en solitario a vivir en comunidad, con normas, horarios… algo que no es nada natural para él.

Por esta razón, para educar a un gato no debemos limitarnos a darle órdenes porque nos mirará, se dará media vuelta y nos ignorará, dejándonos una sensación de frustración. Nuestros esfuerzos han de centrarse siempre en buscar la manera de hacerle ver que lo conveniente para nosotros es también bueno para él. Es decir, educar a un gato es sencillamente negociar con él.

Trabajemos con un ejemplo muy común; el tope de la cocina. Es un lugar muy atractivo para el gato, es alto, tiene agua, huele a alimentos, hay comida para robar de vez en cuando y puede estar cerca de nosotros cuando estamos cocinando. Pero el riesgo de que el gato pueda ocasionar un accidente y que se queme es demasiado alto.

Nuestro objetivo ha de ser buscar la forma de que nuestro gato cambie de opinión y que vea que subirse al tope no le es conveniente. Para lograrlo, podemos utilizar olores que sepamos que le desagradan, colocar algo pegajoso que se le adhiera a sus patas (situación que le desagrada) el objetivo es que sea nuestro gato el que decida que eso no es conveniente para él. Así, tanto él como nosotros estaremos satisfechos con este paso.

Pero no hagamos ninguna excepción, en el momento en el que dejemos una sola vez a nuestro gato subirse de nuevo al tope de la cocina, se acabará la regla. Habrá que volver a convencerle de lo contrario.

Muchas veces los humanos cometemos el grave error de actuar con un gato como lo haríamos con un perro, fracasamos y echamos toda la culpa al animal con el argumento de que no se puede enseñar nada a un gato porque no aprende. Nada más lejos de eso, los gatos poseen una gran inteligencia. Si desde pequeños les enseñamos a ir asimilando y aprendiendo las cosas, contribuiremos a desarrollar su agudeza. Pero si vemos que le cuesta un poco aprender, no nos preocupemos, puede ser que tenga un carácter rebelde o en ese momento no quiera colaborar en el aprendizaje.

Otra característica de nuestros amigos gatunos radica en que tienen una gran memoria y no se les olvidan las cosas del pasado, es por eso que si han tenido una mala experiencia con algún humano o con alguna situación, el gato va a actuar en consecuencia. Es por ello que saben diferenciar a los extraños de los conocidos, tanto a personas como a otros animales.

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