El pesebre o nacimiento en Venezuela

Fecha de publicación: 11-12-2015

Inventiva e imaginación al recrear la escena del nacimiento del Niño Jesús, caracterizan el pesebre venezolano.

La época de Navidad es para la mayoría de las personas el comienzo de nuevas metas y esperanzas; es época de recordar a los seres queridos, aquellos que están lejos o que ya no están. Pero, sobre todo, es tiempo de crear un ambiente de alegría, aún más cuando hay niños en la familia.

Son los niños quienes apremian para el arreglo de la casa. Y el adorno principal en los hogares venezolanos y probablemente de la mayoría de los hogares cristianos, es la representación del nacimiento del Niño Dios, del Niño Jesús.

Fue en las Navidades de 1223, cuando San Francisco de Asís obtuvo el permiso papal para instalar en el bosque de Greccio, Italia, el primer nacimiento. San Francisco fue modelando por sí mismo cada una de las figuras, organizándolas de tal forma que pudieran expresar que lo celebrado era una fiesta para los niños, puesto que esta representación estaba dedicada a un niño, a Dios hecho niño. A partir de entonces se inició la tradición del pesebre o nacimiento.

Es así como año tras año, en Venezuela se recrea un mosaico que de seguro, se repite en muchos hogares del mundo… la abuela, el abuelo, el papá y la mamá, con la ansiosa colaboración de los niños de la casa, van sacando las cajas donde han guardado las figuras del pesebre. Una extensa gama de muñequitos, casitas, ovejas, pastores, animalitos, todo lo necesario para construir la ciudad de Belén. Un conjunto de casitas de corcho y cartón, calles de coleto, valles de aserrín pintado, pastorcitos, ovejitas de anime y muñequitos de barro; pero las figuras principales del pesebre, aquellas que no pueden faltar son la Virgen María, el Niño, San José, la mula y el buey, además de los tres Reyes Magos.

En nuestra tierra, la sencillez y el esplendor del pesebre embellece por igual, hogares, oficinas, calles e incluso sitios públicos como parques, plazas y hasta los centros comerciales que montan los nacimientos a gran escala con luces y adornos para convertirse en sitios de encuentro para la familia, amigos, propios y extraños. Es una fuente de pura tradición cristiana para celebrar justamente el hecho extraordinario de Belén y unificar los más esenciales valores y sentimientos humanos en un solo propósito de fraternidad.

Ante las figuritas de barro o madera, de anime o de yeso, de cartón y hasta de trapo rodeadas por los pastores,  la mula y el buey,  cada pueblo venezolano ha formado sus particulares maneras de adorar y festejar al Niño en su nacimiento y hasta El, llega la gente con el canto pastoril que España trajo en sus típicos villancicos.

En cada rincón del país, los pueblos han hecho uso de sus propios recursos naturales para la elaboración del pesebre. Inclusive, en algunas regiones, la preparación del nacimiento o pesebre origina el surgimiento de una importante labor artesanal,  circunstancia particularmente notable en los estados andinos. En los pueblos enclavados en las cordilleras, por tradición,  la “vestida” del nacimiento requiere figuras bellamente talladas a mano, hechas con un material vegetal propio de la región, el cual es cultivado durante todo el año para su aprovechamiento en Navidad.  La talla abarca especialmente a los personajes secundarios del nacimiento,  ya que las figuras principales son de escultores populares o de porcelanas de delicada elaboración.

Por ejemplo, en el estado Táchira, el pesebre es hecho por cada quien a su modo y preferencia: la casita del Niño se hace con veradas y flores de caña brava; el piso de lama y musgo de los páramos; sobre las piedras se posan las ovejitas labradas en anime. En toda Venezuela, con alguna que otra variante de forma, el pesebre con su amplio despliegue de artesanía popular, es testimonio de fe y timbre de orgullo familiar.  Se coloca en la sala y sirve de motivo para la solemne celebración de “La Paradura y el Robo del Niño”, tradiciones relacionadas con la elaboración del pesebre y que son fiel expresión de nuestra identidad como país.

En los últimos tiempos ha pretendido suplantarse el Pesebre con la imposición de otras costumbres. Así, se ha visto surgir el “Arbolito Navideño” que tiene su origen en el Asia Menor,  o el “árbol” de Bretaña o el “Noel” francés y más recientemente el “Espíritu de la Navidad”.  Sin embargo,  ninguna de estas figuras ha superado el tradicional Portal que nos llegó de España para arraigarse como una de las más fieles expresiones del sentimiento nacional de nuestro pueblo.