¿Qué es nuestra huella ecológica?

Fecha de publicación: 10-03-2015

Nuestro transitar a lo largo de la vida, nuestras acciones, actividades y hábitos de consumo, dejan huella en el planeta.

Así como cuando caminamos a la orilla del mar dejamos una huella sobre la húmeda arena, nuestro modo de vida deja una "huella ecológica". Dicho de otra manera, esta huella está relacionada con el impacto ambiental que provocamos cada uno de nosotros en un sentido específico y determinado.

Este impacto puede ser mayor o menor dependiendo de los hábitos de consumo de cada persona y de otros factores perfectamente medibles y cuantificables; por ejemplo, el número de kilómetros recorridos con un vehículo, la cantidad de kilovatios de electricidad y el volumen de agua consumidos. La suma de estos factores determina la magnitud de nuestra huella ecológica.

Visto de esta manera, la huella ecológica representa un indicador del impacto ambiental asociado a la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas de la Tierra, contrastándola con la capacidad ecológica de nuestro planeta de regenerar tales recursos.

Representa el área de tierra o agua ecológicamente productivas como cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos e idealmente también el volumen de aire, necesarios para generar recursos y para asimilar los residuos producidos por cada población determinada de acuerdo a su modo de vida.

Nuestra dinámica diaria está marcada por el consumo: alimentos, bebidas, medicamentos, agua, gas, energía eléctrica, diferentes tipos de combustible, papel, bolsas plásticas, artículos de higiene, productos de limpieza, ropa y zapatos, entre muchos otros productos y servicios. Gracias a ello podemos garantizar nuestra sobrevivencia. Sin embargo, al momento de elegir entre los productos y servicios disponibles en el mercado, todo consumidor debería conocer cuáles de estas opciones tienen menor repercusión para él mismo y para su entorno.

Considerar esta información en las decisiones de compra nos convierte en consumidores conscientes de la huella ecológica que estamos dejando y por tanto, más comprometidos y capaces de impulsar un cambio favorable en la oferta del mercado, de manera que las empresas proveedoras también orienten su productividad con sentido “verde”.

La educación de los consumidores en este tema es fundamental para promover una cultura de consumo responsable, partiendo de un cambio de actitud personal que impulse nuevos hábitos, los cuales deben ajustarse a las necesidades reales y la escogencia de opciones del mercado que favorezcan la conservación del medio ambiente.