El origen de la Hallaca venezolana

Fecha de publicación: 11-12-2015

La hallaca tiene una historia cargada de colorido, sabor y esencia que predica a los cuatro vientos, su origen venezolano.

Aunque es un plato que se puede degustar en cualquier época del año, en nuestro país se asocia a la hallaca con la celebración familiar de la Navidad, ya que a principios de diciembre la mayoría de las familias venezolanas se reúne para preparar los ingredientes, cocinarlos y armar las hallacas.

Cuando están todas las hallacas armadas con su respectiva envoltura de hoja de plátano, aseguradas con pabilo, se introducen en ollas con agua hirviendo para terminar de cocinarlas. Una vez terminado este proceso, se acostumbra servir varias para probarlas en familia o ponerlas en el congelador para disfrutarlas durante las reuniones y celebraciones que van teniendo lugar en el último mes del año y los primeros días del año nuevo.

Pero veamos algunos datos interesantes, historias y curiosidades en torno al origen de la hallaca…

El origen de este manjar se remonta a tiempos de la colonización. Se cuenta que los indígenas preparaban un guiso cubierto en su totalidad con masa de maíz, envuelto en hojas de plátano y cocinado en agua. A este plato los aborígenes le llamaban “Hayaco Iritari”, de allí se deriva su nombre actual.

Se ha vuelto mito -incluso algunos libros de historia lo reseñan de esta manera- decir que la hallaca fue inventada por los esclavos e indígenas de las sobras de la comida decembrina de los españoles. Esta teoría es falsa, el origen de la hallaca se remonta a la época pre-colombina. Con la llegada de los españoles, se perfeccionó su elaboración con las nuevas especias que traían al continente americano.

Se presume también que la palabra “Hallaca” proviene del guaraní y deriva de la palabra “ayúa” ó “ayuar” que significa mezclar o revolver, de estas palabras se induce que “ayuaca” designa una cosa mezclada, que por deformación lingüística pasó a llamarse “ayaca”. Otra versión presume que la palabra procede de alguna lengua aborigen del occidente venezolano, cuyo significado es “envoltorio” o “bojote”.

Otros relatos cuentan que el nombre de la hallaca proviene de la combinación de dos palabras: Allá (refiriéndose a los componentes del guiso que provienen de otros países) y Acá (refiriéndose a la masa y las hojas de plátano) dando como resultado Allá y acá, combinando y mejorando la palabra, este plato recibiría el nombre de Hallaca.

Cualquiera que sea el origen de esta palabra, es innegable que “la hallaca” tiene partida de nacimiento venezolana, tanto por su nombre como por su confección. En los distintos estratos sociales se presenta en todo su esplendor en la mesa navideña de los venezolanos, aportando un maravilloso gusto y sabor en Navidad.

Desde su cubierta de hojas de plátano hasta los detalles que adornan y componen su guiso, pasando por su ingrediente primordial que es la masa de maíz coloreada con onoto, la hallaca es la expresión más visible del mestizaje venezolano.

Cada ingrediente tiene sus raíces: la hoja de plátano, usada tanto por el negro africano como por el indio americano, es su protector envoltorio; al descubrirla, la presencia indígena se hace presente, pues la masa de maíz coloreada con onoto es la que nos recibe con su llamativo color amarillo; luego, en su interior se deja apreciar la llegada de los españoles a estas tierras con las carnes de gallina, cerdo y res, aceitunas, alcaparras, pasas… todo picado finamente, guisados formando parte de este exquisito manjar. Sus ingredientes, todos de diferente procedencia, se complementan armoniosamente en la hallaca, expresión del mestizaje y colorido propios del pueblo venezolano.

Como producto de la industrialización propia de los tiempos modernos, si bien la hallaca que conocemos hoy en día mantiene su esencia similar a la de siglos atrás, en la actualidad, se prepara con harina de maíz pre-cocida, procesada industrialmente, mientras que anteriormente se elaboraba con masa casera, pilando el maíz para quitarle la concha o cáscara, procesándolo en casa con un pequeño molino de mesa; de hecho, todavía las familias tradicionalistas la preparan de esa forma.

El intercambio de hallacas entre distintas familias forma parte de esta interesante tradición venezolana, transformándose en un gesto de amistad, cordialidad y gentileza, tanto para aquella que comparte sus hallacas, como para las que gustosamente aceptan probar una hallaca de personas relacionadas por la amistad o los lazos del parentesco.

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