La danza árabe como ejercicio físico

Fecha de publicación: 13-06-2016

Además de beneficios físicos, la práctica de danza árabe mejora la autoestima, estimula la sensualidad y libera tensiones.

La danza del vientre es un baile milenario que nació en el Medio Oriente y forma parte de la cultura de varios países árabes. Sin embargo, actualmente ha ganado mucha popularidad en el mundo occidental. En los gimnasios, en los centros de ejercicio y hasta en los salones comunales se imparten sesiones, por ser una disciplina muy demandada, principalmente por sus amplios beneficios, tanto en el aspecto físico, como en el sicológico, la autoestima y la seguridad.

Gracias a la práctica de la danza árabe, las mujeres logran conectarse con su femineidad, con su esencia de mujer, se sienten delicadas, sutiles, suaves pero a la vez sensuales y atractivas, lo que contribuye a elevar su valoración personal.

Entre los tipos de movimientos corporales que caracterizan a la danza árabe, encontramos los siguientes:

Circulares: Ayudarán a que la energía del cuerpo se despierte. Son vitales para una activación enérgica y así poder realizar con intensidad los diferentes ejercicios durante las sesiones.

Ochos: Son aquellos que logran en el cuerpo una forma similar al número ocho. Estimulan a los hemisferios cerebrales a trabajar con la misma capacidad.

Vibrantes: Hacen hincapié en zonas como las rodillas y las piernas. Liberan toda la energía negativa que tengamos reservada en nuestro cuerpo, producto del estrés diario.

Normalmente, las clases de danza árabe suelen tener una duración aproximada de 60 a 90 minutos, en los cuales se trabajan tanto los estiramientos como las coreografías y otros aspectos como la respiración, la autoestima y la seguridad.

Estas sesiones de práctica, con un apropiado e intenso ritmo, permiten quemar de 300 a 500 calorías y para que este intenso ejercicio potencie sus resultados positivos, debe acompañarse con un régimen alimenticio sano desde el punto de vista nutricional.

Durante las clases se suelen trabajar por separado las diferentes partes del cuerpo y grupos de músculos, permitiendo fortalecerlos y tonificarlos, especialmente los abdominales ya que muchas de las coreografías o maniobras, se ejecutan con el abdomen contraído además de estimular los órganos internos y mejorar la flexibilidad corporal en general.

Otro gran beneficio que aporta esta danza milenaria, es la reducción de los dolores menstruales, debido a la flexibilidad que se adquiere gracias a los ejercicios que se hacen a nivel de la zona pélvica y el periné, los cuales resultan fortalecidos.

Entre las bondades físicas que se pueden obtener con esta disciplina está:

El mejoramiento de la circulación ya que, el ejercitar varios músculos del cuerpo requiere más oxígeno, lo que obliga al corazón a latir con mayor velocidad y en consecuencia, aumenta la irrigación sanguínea.

Contribuye a trabajar la flexibilidad y a acabar con la rigidez del cuerpo, especialmente en partes como el pecho, los hombros, la cabeza o la caja torácica.

Es recomendada para tratar problemas como el estrés, el cansancio físico o la tensión acumulada, ayudando a eliminar los nódulos musculares.

Mejora nuestra postura y lucha contra la artrosis, armonizando nuestras articulaciones.

Y en lo que respecta a la parte sicológica, los dos grandes pilares de la danza árabe se centran en el fomento de la autoestima y la confianza, realzando la feminidad propia de las practicantes.

Esta actividad también ayuda con los problemas de comunicación, gracias a las danzas grupales y al hecho de trabajar el lenguaje corporal en presencia de otros.

Finalmente, la expresividad y la creatividad propias de la danza árabe, sirven para explorar públicamente nuestras emociones, trabajando diferentes estados anímicos a la hora de montar coreografías.

Con las clases de danza árabe se pueden obtener ventajas físicas y fortalezas psicológicas que permitirán mantener un equilibrio personal, más allá de un entrenamiento meramente físico. El ejercitarte en esta antigua práctica, debe complementarse con diversos hábitos que brinden un equilibrio entre la mente y cuerpo, tales como una buena alimentación, dormir suficiente y no caer en vicios.