Cómo comunicarle a la familia la decisión de divorciarse

Aunque el divorcio solo compete a la pareja, tiene consecuencias en sus allegados. Hay que saber manejar la situación.

Los matices del divorcio son variados y complejos. No solamente tiene implicaciones legales o económicas, sino – y muy especialmente- afectivas. Más allá del complejo panorama que deban enfrentar los miembros de la pareja ante un incierto cambio de vida, hay que tomare n cuenta que su entorno también es afectado.

Cuando los cónyuges deciden separarse, los primeros en enterarse son sus respectivos entornos familiares. Se trata de un momento complejo, ya que los afectos más cercanos pueden actuar como una caja de resonancia de los aspectos más incómodos de la separación.

En primer lugar, puede darse una situación de juicio hacia los dos miembros de la pareja: ¿qué hiciste mal? ¿Por qué el matrimonio falló? Esto puede ser muy duro y sobretodo, contribuir a agregar más leña al fuego.

Adicionalmente, y con la mejor intención, se puede enfrentar una abundancia de consejos respecto a la posibilidad de enmendar la relación, algo que solamente depende de los dos involucrados.

También las familias pueden tender a buscar quién fue el “malo” de la relación, y hasta hay suegros que toman partido por el yerno o la nuera, señalando a sus propios hijos como los culpables del pretendido fracaso de la relación.

Todo este torbellino debe afrontarse desde la adultez y la serenidad, siempre pensando que el entorno familiar cercano quiere lo mejor para los miembros de ese matrimonio que está en proceso de disolverse.

En principio, cabe explicar que es inútil buscar culpables. Si, por fortuna, se trata de una decisión consensuada, se debe dejar en claro con cordialidad y firmeza a partes iguales, que lo que sucede es un acuerdo entre los afectados.

Y aunque el vínculo esté en vías de disolución, todavía cabe aquel viejo dicho de que “entre marido y mujer, nadie se debe meter”. Este es un principio que, con el tacto que corresponda a cada caso, debe ponerse sobre la mesa cada vez que sea necesario.

Siempre es importante, al atravesar por la circunstancia, agradecer los gestos positivos que hayan tenido los familiares del cónyuge a lo largo de los años. Y por el contrario, dejar fuera de la disputa los desacuerdos o enfrentamientos, que no vienen al caso y complicarían más la vivencia.

Entender pues, la sensibilidad familiar ante el acontecimiento, si por ello dejar invadir el círculo de intimidad que debe rodear a la pareja aún en medio de su ruptura, es la clave tan compleja como necesaria del vínculo con la familia mientras se transita por el divorcio.