Virus y vacunas mitos y realidades

Fecha de publicación: 05-12-2017

Vacunas, mitos y realidades, utilizadas por más de dos siglos para luchar contra las enfermedades.

La OMS considera que a través de las vacunas, en la actualidad se evitan entre 2 y 3 millones de muertes al año y aunque esta cifra es muy significativa, se estima que más de 22 millones de niños alrededor del mundo no reciben las inmunizaciones básicas.

Administrar al organismo sustancias que provocan la formación de anticuerpos ha sido la manera de combatir a un amplio catálogo de virus, desde los más frecuentes en la infancia hasta los habituales en viajes a regiones exóticas.

Uno de los primeros mitos que fueron surgiendo en torno a las vacunas, es que algunas de ellas generaban autismo. Algo que definitivamente no se ha podido comprobar de manera científica. De hecho, éste ha sido calificado por la OMS como uno de los grandes mitos que alimentan la resistencia social a la vacunación.

Otra de las cuestiones de la mitología popular sobre las vacunas, es que las inmunizaciones ocasionadas por la enfermedad son mejores que las detonadas por las vacunas. Esto no es real, ya que las vacunas interactúan con el sistema inmunológico para producir una respuesta similar a la infección natural, pero no causan las enfermedades. De hecho, las complicaciones tanto en niños como en adultos pueden ser peligrosas, como la encefalitis en el caso del sarampión.

Las vacunas son malas. Falso. Existe una peligrosa corriente anti vacunas impulsada desde ciertas premisas naturistas y/o religiosas. Además, algunos padres tienen miedo a los efectos secundarios y deciden no vacunar a sus hijos. Las vacunas son la mejor herramienta para prevenir enfermedades. Aunque pueden tener efectos adversos, suelen ser leves: es muy raro que provoquen reacciones graves y es mucho mayor el riesgo de contraer una enfermedad por no vacunarse.

Es obligatorio vacunarse. No es cierto. Las vacunaciones son recomendaciones de las autoridades sanitarias para preservar la salud individual y colectiva. La población es libre de seguir o no esas recomendaciones. Solo en casos excepcionales en los que exista un peligro real para la salud pública, la ley permite a las autoridades obligar a vacunarse.

Papiloma y prevención. La vacuna para el virus del papiloma humano (VPH) ha suscitado polémica. Por un lado, protege frente a la infección de varios tipos de papiloma, un virus que puede provocar cáncer de cuello uterino. Este cáncer es grave, aunque poco frecuente. Por otro lado, aún no se sabe cuánto tiempo dura su efecto y si es necesaria una dosis de refuerzo.

Es muy importante saber que vacunarse no significa que haya que dejar de acudir periódicamente al ginecólogo para revisiones y someterse a citologías como medidas esenciales para prevenir el cáncer de cuello uterino.

Las vacunas son tóxicas. Se ha dicho que las vacunas son tóxicas debido al “tiomersal”, un compuesto orgánico que contiene mercurio y que se utiliza como conservante en las vacunas multidosis. Se usa para evitar la proliferación bacteriana una vez abierto el envase y también durante la fabricación de las vacunas. En algunos casos puede haber tiomersal en las vacunas, pero será siempre en concentraciones muy bajas, que no ofrecen riesgo para el individuo.

No podemos vacunarnos si estamos enfermos. Este mito es parcialmente verdadero. Si estamos aquejados por infecciones como una gripe o una gastroenteritis leve, podemos vacunarnos sin problemas. Ahora bien, durante las infecciones agudas moderadas y graves, las vacunas están contraindicadas porque suponen un esfuerzo adicional para el organismo.

Vacunarse de muchas cosas es arriesgado. Uno de los argumentos utilizados contra la utilización de las vacunas y sobre todo contra la aplicación simultánea de varias de ellas, es que sobrecargan al sistema inmune y producen efectos adversos. La realidad es que, de forma natural, los niños están expuestos a una elevadísima cantidad de los mismos componentes presentes en las vacunas y de hecho esta exposición es en parte responsable de que su sistema inmune funcione correctamente.

Los alérgicos al huevo no pueden vacunarse. Los virus utilizados para fabricar algunas vacunas, como la triple vírica o la antigripal, se cultivan en huevos de gallina. Por eso estas vacunas no se recomiendan en personas alérgicas al huevo, ya que podrían contener trazas de proteína de huevo. En todo caso, es necesario seguir un protocolo hospitalario para su administración.

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