Fecha de publicación: 23-11-2015
El origen de la cerveza se remonta a más de cinco mil años. Trasladándonos al sur de la Antigua Mesopotamia, donde habitaban los sumerios, en tablillas de arcilla quedó plasmada la denominaron "siraku" o “bebida de granos fermentados que pone alegre a la gente”. Por su parte, en los textos bíblicos se cita a la cerveza como "Shekar", nombre que le dan al grano. Se trata de un líquido espeso de alto grado alcohólico, que circula en tierra palestina.
Al igual que los sumerios, los egipcios fabricaban la malta de cebada, la base de su cerveza, cuya mezcla la realizaban con otros elementos que le daban olores y colores diferentes como el comino, azafrán, gengibre y la endulzaban con miel o canela entre otras especies.
Los griegos la introdujeron en Europa, en los viajes que realizaban por el Mediterráneo y en Roma la llamaron “cervicia” o “cerevicia”, en honor de la diosa Ceres de la agricultura, la consumían en grandes cantidades en las ceremonias religiosas, celebraciones victoriosas y fiestas familiares, de allí procede su nombre actual.
Los galos y romanos perfeccionaron sus técnicas de elaboración y regularon su precio y comercio. Durante el siglo IX, el benedictino San Arnold, cuando las plagas como la peste azotaban Europa, introdujo su cruz dentro de un barril de cerveza Ale y dijo “beber cerveza en lugar de agua como antídoto contra la plaga”. El consejo funcionó y los belgas quedaron fascinados con esta bebida saludable y con efecto depurativo que genera la levadura durante la fermentación.
Las primeras referencias acerca del lúpulo aparecen en el siglo XI en las abadías del centro de Europa por una monja benedictina llamada Hildegard, Abadesa de Rupersberg en Alemania. Sin embargo, existen escritos que señalan directamente el cultivo del Lúpulo en Bohemia, antigua Checoslovaquia, hoy República Checa en el año 859.
Las primeras fábricas de cerveza se construyeron principalmente en Alemania, entre los siglos XIV y XVI. Hacia finales del XV cuando Guillermo IV, Duque de Baviera, promulgó la primera "Ley de Pureza de la Cerveza Alemana" determinando que debía elaborarse exclusivamente con agua, malta de cebada y lúpulo.
El desarrollo de la cerveza llegó a finales del siglo XVIII gracias al uso de sistemas de bombeo con máquinas de vapor en los procesos de elaboración y el descubrimiento de cómo crear, mantener y controlar el frío.
En el siglo XIX, el gran investigador francés, Luis Pasteur, revolucionó el mundo cervecero al demostrar que lo que estropeaba la cerveza eran bacterias que crecían junto a la levadura. En este sentido desarrolló un método de calentamiento ligero de cerveza que destruía dichas bacterias, permitiendo una conservación más prolongada de esta popular bebida.
En su libro "Estudios sobre la cerveza" publicado en 1873, el investigador Pasteur explicaba a fondo el sistema de la conservación que hacía de la cerveza llamado “pasteurización” en su honor. Su aplicación estimuló el auge de esta bebida y el surgimiento de grandes compañías productoras alrededor del mundo.